Los pulgones, también llamados afidos, de los que existen diversas variedades, son de los parásitos más conocidos por los agricultores y los más insidiosos, pues cuando aparecen en masa son capases de mermar las cosechas al chupar la savia de las plantas y bloquear su desarrollo; aparte de infestarlas de virus, que en plantas sensibles les llegan a provocar terribles virosis. Es muy conocido el hecho de que el pulgón suele aparecer en determinadas condiciones climáticas, en los momentos de estrés vegetativo y cuando se aporta mucho nitrógeno, pues cambia la composición de la savia (aumenta la proporción de agua y azúcares) y sangran los brotes más tiernos, volviéndose muy apetecibles para los pulgones. Por ello queda claro que el problema de los ataques masivos de pulgón está muy vinculado a la mala gestión del suelo o del cultivo de las plantas atacadas, por lo que ante todo tendremos que averiguar que estamos haciendo mal.
Existen muchas variedades de pulgones y su capacidad de adaptación o mutación es impresionante, incluso una misma espacie puede variar sus características a lo largo de sucesivas reproducciones en una misma temporada. Los más corrientes son los pulgones verdes, visibles en alcachofas, guisantes, judías o fresales (Cerosipha forbesi); pulgones grises de las coles (Brevicoryne bassicae); pulgón negro de la habas (Aphis fabae) o el amarillento de los fresales (Chaetosiphon fragaefolii); también existen unos pulgones que atacan las raíces (Pemphigus sp.). Muchos frutales, sobre todo el melocotonero y los ciruelos, suelen ser pasto de pulgones en ciertas épocas del año.
Cómo prevenir:
- A menudo el pulgón ataca a plantas aisladas quizás por ser más débiles o tener alguna alteración genética procedente de la semilla. En tales casos no son necesarios tratamientos generales, bastará arrancar y quemar las plantas o los brotes atacados y vigilar que no se produzcan ataques generalizados al resto de cultivos. Las plantas sanas y vigorosas son rara vez atacadas por los pulgones.
- El purín de ortiga dinamiza la savia de las plantas haciéndolas menos atractivas para los pulgones.
- Controlaremos los aportes nitrogenados realizándolos de forma moderada y regular ya que un repentino exceso puede ser causa de aparición de ataques de pulgones.
- Potenciaremos mediante una buena diversidad vegetal y animal, la presencia de mariquitas, tijeretas y otros depredadores de los pulgones.
- Aportaremos una correcta fertilización y un riego adecuado a los cultivos.
- Según cada cultivo, procuraremos no sembrarlo o plantarlo demasiado pronto ni muy tarde, pues al no tener las condiciones climáticas requeridas, serán más vulnerables a cualquier plaga.
- Evitaremos las paradas vegetativas que a menudo se producen a causa de una carencia de riegos.
- Vigilaremos la presencia de hormigas y hormigueros. Estas incansables trabajadoras suelen mantener colonias de pulgones en sus hormigueros durante el invierno para llevarlos a pastar a los brotes tiernos de hortalizas y frutales a partir del buen tiempo primaveral.
Cómo combatir:
- Empleo de insecticidas vegetales como el pelitre, la rotenona o el nim. Se efectuará el tratamiento a la caída de la tarde para que sea más efectivo pues la radiación solar degrada con facilidad estas sustancias.
- También podemos recurrir a las decocciones de ajenjo, hojas de nogal, brotes de tomatera o ajos, aunque estos tratamientos suelen ser más preventivos que curativos.
- El pulgón es muy sensible a la deshidratación, por lo que se les puede espolvorear con algas lithothamne en polvo -ricas en magnesio- o incluso con polvo fino recogido en los caminos; así al absorberles el agua y cerrarle los poros, los pulgones se deshidratan y acaban asfixiados.
- Algunos agricultores colocan laminas brillantes de aluminio o espejos junto a las plantas, a fin de incrementar su insolación y fastidiar a los pulgones o incluso llegar a deshidratarlos por exceso de radiación.
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